LOS
HOMBRES DEL MAR SON LOS GRANDES AUSENTES DE LA FAMILIA, DE LA SOCIEDAD Y DE LA
IGLESIA
Exhortación
pastoral de monseñor García Lahiguera,
MIÉRCOLES, 10 JUNIO DE 1970 LA Vanguardia
Española
Página 27 14 de junio
El Concilio nos dice así: «No se puede dejar el
desarrollo ni al libre juego de las fuerzas económicas ni a la sola decisión de
la autoridad pública. A este ' propósito, hay que acusar de falsas tanto las
doctrinas que se oponen a las reformas indispensables en nombre de una falsa concepción
de la libertad como las que sacrifican los derechos fundamentales de la persona
y de los grupos en aras de la organización colectiva de la producción». Para un
cristiano, es el hombre y su dignidad lo primordial y por ello no puede
resignarse ante una situación que le deshumaniza. Por ello mismo lanzamos un
grito de aliento a todos los que luchan en esta difícil tarea y proclamamos
nuestra esperanza de que sea el hombre y sus valores el que imponga su ritmo a
la mar y a la jungla de Intereses que se mueven en ese concreto 'mundo
marítimo.
El marino ausente de la sociedad Es la
misma Sociedad la que le da la espalda, siguiendo la corriente simplemente a
una realidad; la realidad de que la vida de la mar está también de espaldas a
tierra. Pero una Sociedad adulta debe plantearse los problemas y no seguir la
corriente... y una sociedad cristiana con más razón aún. Sin embargo ahí están
los hechos: Dificultades para relacionarse con sus amistades por la ausencia
prolongada, de participar en la vida cultural, en la vida municipal, sindical,
política... Un muro implacable que aísla al marino en la mar y hasta en los
puertos cercanos a nosotros, pero a muchas millas de distancia de nuestra vida.
. Una Sociedad que mira a la mar como poesía y busca su descanso en el
litoral español, pero desconoce a esos hombres que viven en la mar... que
ignora sus problemas y su situación... Una Sociedad que no facilita esa
«presencia» del marino en la vida Cultural, sindical, política... Una
Sociedad que vive y se alimenta de la mar y que sin embargo abandona y explota
a los que con su ausencia enriquecen a la misma sociedad. No podemos negar
ciertos esfuerzos de personas que verdaderamente se preocupan de los marinos,
pero no se ha planteado en serio la participación de los marinos en distintos
niveles de la misma Sociedad.
El marino ausente de lo
eclesial jurídica y territorialmente el marino pertenece a una parroquia.
Todo teoría; parque en la realidad es que el marino pertenece al mar y
desgraciadamente no encaja la parroquia en ese mundo. La pastoral de la
parroquia alcanza muy justamente a los muelles y los tinglados portuarios que
es donde precisamente el marino empieza a vivir La parroquia se plantea muy
poco el problema de esos marinos ausentes... La Iglesia ha intentado, a través
de marinos militantes y Capellanes del Apostolado del Mar, trabajar en los
puertos y en los barcos, dar testimonio de una Iglesia Universal sin distinción
de nacionalidades y razas Pero desgraciadamente esta presencia es muy limitada
teniendo que reconocer que en el balance general hay que admitir que «I marino
es también el gran ausente de la iglesia
. Los cristianos de tierra desconocemos a
nuestros hermanos de la mar. » Este panorama de los hombres del mar nos
tiene que llevar a una reflexión profunda en este Día Internacional. Una
situación que tiene de ellos los grandes ausentes de la familia, la Sociedad y
la Iglesia. ,Este panorama es más bien desalentador y sombrío pero repito que
no debemos ser pesimistas (realistas ¿) y que creemos que el cristiano tiene un
gran papel en esta renovación y realización del mundo marítimo. De este mundo
que hemos marginado, no puede desentenderse. Por eso quiero y deseo vivamente
que los cristianos y todos los hombres de buena voluntad de nuestra nación
marítima reflexionen seriamente sobre la vida de estos hombres de la mar y los
que tienen las responsabilidad directa con este mundo marítimo actúen sin
demora para que esa vida sea cada vez más humana y más cristiana.» ,
Este
«Día Internacional del Hombre del mar» que este año se celebra el domingo,
catorce de junio, es una ocasión para que públicamente exponga al vivo la
preocupación que como Obispo del Mar me produce la indiferencia con que los
cristianos marginamos a los hombres del mar (unos cinco millones). El que los
cristianos no hayamos sido capaces de acercarnos fraternalmente a1 estos
hermanos y abrirnos a sus problemas, es una grave acusación que recojo con todo
el peso de la responsabilidad que nos compete a cada uno. A mi concretamente
como obispo responsable del mundo marítimo me obliga a lanzar esta llamada que
resuene en las conciencias de todos los cristianos y de todos los hombres de
buena voluntad. Así nos dice el Concilio a los Obispos: «Téngase una
preocupación especial por los fieles que, por su condición de vida, no pueden
disfrutar convenientemente del cuidado pastoral ordinario de los párrocos, o
carecen totalmente de él, como son muchísimos emigrantes, desterrados,
prófugos, marinos»..
. Quiero
compartir esta responsabilidad y preocupación: con los mismos marinos y sus
familias; con los capellanes y seglares que trabajan en el A. M.; con mis hermanos en el Episcopado, sobre todo de las Diócesis costeras;
con todas aquellas personas que, relacionadas directa o indirectamente con los
marinos, tienen la obligación de trabajar por la promoción de ellos. (España
cuenta actualmente con 200.000 pescadores y cincuenta mil marinos mercantes) En
el mes de octubre celebramos el 50 aniversario del comienzo de la Obra del
Apostolado del Mar en el mundo y preparamos para esa fecha un Documento
Pastoral sobre la situación humana y cristiana de los hombres de la mar y que
sea para todos una toma de conciencia en esta nación tan marítima y que vive a
espaldas de la mar.
Los marinos, son unos eternos ausentes. De una
ausencia en la que ni la Sociedad ni la Iglesia, que componemos los
cristianos, están libres de culpa. El marino ausente de la familia' El valor
supremo para un marino es su familia; por ella vive, por ella se sacrifica, por
ella sale a la mar. El ha escogido a su esposa y son muy suyos sus hijos. Es el
lazo que le une a tierra. Sin embargo su vida familiar está, truncada por la
ausencia. Ausencia de meses y meses con repercusiones psicológicas y morales
que no voy a concretar ahora. Cuando esos esposos llegaron al altar hicieron un
contrato de vivir juntos, de apoyarse mutuamente, de corresponsabilizarse en la
educación de los hijos, etcétera. «La familia es escuela del más rico
humanismo. Para que pueda lograr la plenitud de su vida y misión, se requiere
un clima de benévola comunicación y unión de propósitos entre los cónyuges y
una cuidadosa cooperación de los padres en la educación de los hijos. La activa
presencia del padre contribuye a la formación de los hijos»... [Gaudium et
Spes). ¿Pero puede la familia marinera cumplir esos compromisos? Tal como está
planteada actualmente la vida marítima, creo que no. Lo cual es gravísimo ya
que en definitiva es reconocer que toda esta realidad no encaja en el plan de
Dios. Sin embargo estamos convencidos de que ésta no es una situación
fatalista, un callejón sin salida ante el que hay que resignarse. Somos
realistas y sabemos que la mar exige un tributo de sacrificios y de ausencias,
lógico... Pero de ahí al truncamiento de las familias y de los hogares hay un
abismo. La mar es la mar, pero concretamente en relación con las ausencias y
descansos pienso que hay un largo camino que recorrer de progreso y
humanización. Claro que para ello habrá
que despojarse en primer lugar de fundamentar los conceptos de rentabilidad,
beneficios, producción en la que el concepto Hombre quede relegado a un segundo
plano
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