Domingo
del Mar 2013
Mensaje
del Pontificio Consejo Pastoral Migrantes e Itinerantes
“Este mundo del mar, en su continua
peregrinación de personas, hoy debe tener en cuenta los efectos complejos de la
globalización y, por desgracia, también tiene que afrontar situaciones de
injusticia, especialmente cuando los equipajes están sujetos a restricciones
para bajar a tierra, cuando son abandonados junto con las embarcaciones en las
que trabajan, y cuando caen bajo la amenaza de la piratería marítima o sufren los daños de la pesca ilegal. La
vulnerabilidad de los marítimos, pescadores y navegantes, debe hacer aún más
atenta la solicitud de la
Iglesia y estimular el cuidado materno que, a través de
vosotros, manifiesta a todos los que encontráis en los puertos o en las naves,
o asistís a bordo en los largos meses de embarque”.
Estas palabras fueron dirigidas por el
Papa Benedicto XVI a los participantes en el XXIII Congreso Mundial del A.M.,
celebrado en la Ciudad
del Vaticano, del 19‐23 de noviembre
de 2012. De hecho, durante más de 90 años, la Iglesia Católica,
a través de la Obra
del Apostolado del Mar, con su red de capellanes y voluntarios presentes en
más de 260 puertos del mundo, ha demostrado su cuidado materno proporcionando
bienestar espiritual y material a los marinos, pescadores y a sus familias.
Mnr Antonio Mª Veglio |
Al celebrar el Domingo del Mar,
quisiéramos invitar a todos los miembros de nuestras comunidades cristianas a
tomar conciencia y a reconocer el trabajo de unos 1,2 a 1,5 millones de
marinos, que a cualquier hora navegan a bordo de una flota globalizada y
mundial, compuesta por 100.000 buques que transportan el 90 por ciento de los
productos manufacturados. Muy a menudo, no nos damos cuenta de que la mayoría
de los objetos que utilizamos a diario son transportados por barcos que cruzan de
un lado a otro los océanos. Tripulaciones multinacionales experimentan a bordo
condiciones de vida y de trabajo complejas; transcurren meses lejos de sus
seres queridos; son víctimas del abandono en puertos extranjeros sin percibir
salario y de la criminalización, y deben soportar las calamidades naturales
(tormentas, tifones, etc.) y humanas (piratas, naufragios, etc.). Ahora, un
faro de esperanza resplandece en la noche oscura de los problemas y las
dificultades que suele hallar la gente de mar.
El Convenio sobre el Trabajo Marítimo
(MLC 2006) de la
Oficina Internacional del Trabajo, gracias a la ratificación
por 30 países miembros de la OIT,
que representa casi el 60 por ciento del tonelaje bruto mundial, está a punto
de entrar en vigor en agosto de 2013. Este Convenio es el resultado de varios
años de incesantes discusiones tripartitas (gobiernos, empleadores y trabajadores),
destinadas a consolidar y actualizar un gran número de convenios sobre el
trabajo marítimo y recomendaciones adoptadas a partir de 1920.
El MLC 2006 establece los requisitos
internacionales mínimos para casi todos los aspectos del trabajo y las condiciones
de vida de los marinos, incluidas las condiciones de empleo justas, la
asistencia médica, la protección de seguridad social y el acceso a las
instalaciones de bienestar en tierra.
Si bien, como A.M., damos la bienvenida
a la entrada en vigor del Convenio y esperamos ver progresos en la vida de la
gente de mar, seguimos vigilando y expresamos nuestra atenta solicitud,
centrando nuestra atención en la
Regla 4.4 del Convenio, cuyo objetivo es el de: asegurar
que la gente de mar empleada a bordo de buques tenga acceso a
instalaciones y servicios en tierra que protejan su salud y su bienestar.
Debemos cooperar con las autoridades
competentes en nuestros respectivos puertos, de modo que se autorice a los marinos a desembarcar tan
pronto como sea posible tras la llegada del buque a puerto, en beneficio de su
salud y bienestar (cf. B4.4.6 § 5).
Debemos recordar a los Estados portuarios
que han de promover el desarrollo de instalaciones de bienestar en tierra de
fácil acceso para los marinos, sin distinción de nacionalidad, raza, color,
sexo, religión, convicciones políticas u origen social e independientemente de
cuál sea el Estado del pabellón del buque en que los marinos trabajan o están
empleados o contratados (cf. § A4.4 § 1.). Debemos ayudar a las autoridades
competentes a crear comisiones nacionales y locales de bienestar social que
actuarán como canales para mejorar el bienestar de la gente de mar en los
puertos, reuniendo a personas de diferentes tipos de organizaciones bajo una
única identidad (cf. B4.4.3).
Debemos animar también a las autoridades
portuarias a introducir, además de otras formas de financiación, un sistema de
gravamen portuario que proporcione un mecanismo fiable de apoyo a los servicios
sostenibles de bienestar en el puerto (cf. B4.4.4 §1(b)).
Nuestra
responsabilidad final es hacia los marinos. Debemos educarlos e informarlos
acerca de sus derechos y la protección que ofrece el presente Convenio, que se
considera también el cuarto y último pilar de la legislación marítima
internacional, al ser las otras tres: el Convenio Internacional para prevenir
la contaminación por los Buques (MARPOL) de 1973, el Convenio
Internacional para la
Seguridad de la Vida Humana en el Mar (SOLAS), 1974,
el Convenio Internacional sobre Normas de Formación, Titulación y
Guardia para la Gente
de Mar, 1978 (STCW). Una aplicación efectiva será posible, y cambios reales
se producirán, sólo si la gente de mar conocieran el contenido del MLC 2006.
Roguemos a María, la Estrella del
Mar, que ilumine y acompañe nuestra misión orientada a sostener el esfuerzo
de los fieles llamados a dar testimonio en ese ambiente con su vida cristiana
(cfr. Motu Proprio Stella Maris Sec. 1, art. I).
Antonio Maria Cardinal Vegliò
Presidente
Joseph Kalathiparambil
Secretario
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