El sueño, el cansancio, la tristeza,
se
adueñan del ánimo
cuando
me abruma el problema,
la
dificultad, la pena,
la
cruz del camino.
Sé que estás ahí, Señor.
¿Por
qué no se alegra el alma?
Es
la lejanía, la ausencia,
la
mía, arrastrado por los vientos,
las
tormentas que agitan
el
mar de mi existir diario,
los
sinsabores de cada día.
Siento
el frío de la soledad.
La fruta del árbol de la ciencia :
razones,
sensaciones, sentimientos,
es
seductora, pero no alimenta.
Aún
la oscuridad que vives,
parece
más negra, más densa.
En la tristeza y el dolor
mi
yo se hace gigante,
el
otro, desaparece, se ausenta.
impiden
oir a los que lloran,
ver
al que a mi lado está enfermo,
o
vive esclavo de tantas cosas...;
sin
libertad quizá, en prisión,
padeciendo
el hambre o la sed
de
lo que tal vez me sobra
Sé que estás ahí, repite el alma.
La
fe, aún frágil, ligera,
me
habla de tu Presencia,
de
tu cercanía, de tu paz,
de
la luz de tu mirada,
que
es fuego, que calienta,
que
despierta, que anima
la
esperanza, y enciende mi alegría.
Vuelto a ti, en la oración,
se
hace la luz adentro
se
disipa la niebla,
y
mis ojos pueden verte ya,
por
el camino, en el hermano.
JPEDRO MAR
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