Roma pide más recursos para combatir
la trata y explotación de personas
Llamamiento a los gobiernos europeos
y a los de proveniencia de los flujos migratorios
(Vis).-El Consejo Pontificio para la Pastoral de los
Emigrantes e Itinerantes ha publicado hoy su Mensaje para el Domingo del
Mar (12 de julio ) firmado por el cardenal Antonio Maria Vegliò y el obispo
Joseph Kalathiparambil, respectivamente presidente y secretario de ese
dicasterio. Sigue el texto íntegro:
''Para transportar mercancías y productos por todo el
mundo, la economía global se confía en gran medida en la industria marítima,
apoyada por una fuerza de trabajo de alrededor de 1,2 millones de marineros
que, en los mares y en los océanos, gobiernan las naves de todo tipos y
dimensión y, a menudo, se enfrentan a las poderosas fuerzas de la naturaleza.
Por el hecho de que los puertos se han construido
lejos de las ciudades y por la rapidez de la carga y descarga de las
mercancías, las tripulaciones de estos barcos son personas
"invisibles". Como individuos no reconocemos la importancia y los
beneficios que la profesión marítima ofrece a nuestras vidas, pero somos
conscientes de su trabajo y de sus sacrificios sólo cuando ocurre alguna
tragedia.
A pesar del desarrollo tecnológico que hace más cómoda
la vida a bordo y facilita la comunicación con los seres queridos, los
marineros se ven obligados a pasar largos meses en un espacio cerrado, lejos de
sus familias. Normas restrictivas e injustas a menudo les impiden bajar a
tierra cuando están en puerto y la continua amenaza de la piratería en
numerosas rutas marítimas añade estrés durante la navegación. Estamos
convencidos de que la ratificación y entrada en vigor de la Convención sobre el
trabajo marítimo (2006) en un número creciente de países, acompañadas por
controles eficaces por parte de cada gobierno, se traducirá en una mejora
tangible de las condiciones laborales a bordo de todas las naves.
La situación actual de guerra, violencia e
inestabilidad política en diversos países ha creado un nuevo fenómeno que está
afectando al sector de los transportes marítimos. Desde el año pasado, junto
con las Guardias costeras y las fuerzas navales de Italia, Malta y la Unión
Europea, los buques mercantes que transitan por el mar Mediterráneo
participan activamente en lo que se ha convertido en un rescate cotidiano de
miles y miles de emigrantes, que buscan alcanzar sobre todo las costas
italianas en todo tipo de embarcaciones abarrotadas e inapropiadas para la
navegación.
Desde tiempo inmemorial los marineros cumplen con la
obligación de prestar asistencia a las personas en peligro en el mar, en
cualquier condición. Sin embargo, como se ha señalado por otras organizaciones
marítimas, para los buques mercantes rescatar emigrantes en el mar representa
un riesgo para la salud, el bienestar y la seguridad de sus tripulaciones. Los
buques comerciales están diseñados para el transporte de mercancías
(contenedores, petróleo, gas, etc.), mientras que los servicios de a bordo
(alojamiento, cocina, baños, etc.) están construidos de acuerdo con el número
limitado de miembros de la tripulación. Por lo tanto, estas naves no están
equipadas para prestar asistencia a un gran número de emigrantes.
Los marineros están profesionalmente cualificados para
su trabajo y están capacitados para gestionar algunas situaciones de
emergencia, pero el rescate de cientos de hombres, mujeres y niños que intentan
frenéticamente subir a bordo para estar seguros, es algo para lo que ningún
curso de formación de la escuela marítima los ha preparado. Por otra parte, el
esfuerzo realizado para salvar a tantas personas como sea posible y, a
veces, la visión de cuerpos sin vida flotando en el mar, representan una
experiencia traumática que deja a los miembros de la tripulación exhaustos y
psicológicamente estresados, hasta el punto de necesitar un apoyo psicológico y
espiritual específica.
En el Domingo del Mar, como Iglesia católica,
queremos expresar nuestra gratitud a los marineros en general, por su
fundamental contribución al comercio internacional. Este año en particular,
queremos reconocer el gran esfuerzo humanitario realizado por las tripulaciones
de los buques mercantes que, sin dudarlo, y a veces con riesgo para sus vidas,
se han implicado en numerosas operaciones de rescate, salvando las vidas de
miles de emigrantes.
Nuestro reconocimiento también se dirige a todos los capellanes
y voluntarios del Apostolado del Mar por su compromiso cotidiano al
servicio de la gente del mar; su presencia en los puertos es signo de la
Iglesia en medio de ellos y muestra el rostro compasivo y misericordioso de
Cristo.
En conclusión, al tiempo que hacemos un llamamiento
a los gobiernos europeos y a los de proveniencia de los flujos migratorios,
así como a las organizaciones internacionales para que colaboren en la búsqueda
de una solución política duradera y definitiva, que ponga fin a la
inestabilidad existente en aquellos países, también solicitamos que se
comprometan más recursos no sólo para misiones de búsqueda y rescate, sino
también para prevenir la trata y la explotación de personas que huyen de
condiciones de conflicto y pobreza''
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