lunes, 16 de diciembre de 2013

Homenaje al sacerdote Joseba Beobide



HOMENAJE A JOSEBA BEOBIDE.
CLERO A BORDO
                                                                                                                 Capitán Jose Pino.

     Todos los domingos, como una premisa omnipresente, pedimos en las preces por las vocaciones sacerdotales. Ni siquiera la crisis empuja al trabajo más demandado y con mayor índice de ocupación, hace falta algo más que ganas de trabajar. Esto por supuesto no siempre fue así. Cuenta la antropóloga Rosa García-Orellán en su libro “El patrón de pesca y el bacalao” que en 1954 Ondarroa tenía para una población de diez mil personas, diecisiete curas. Sólo desde ésta perspectiva se comprende el embarque de sacerdotes en pesqueros de gran altura en la década de los cincuenta y sesenta, una nueva consideración de acercamiento al individuo y forma directa de evangelización donde el culto brilla por su ausencia.
 José Pino

     Son los bous de la PYSBE, en la década de los cincuenta, los primeros barcos que, con tripulaciones de ochenta hombres, aceptarán el embarque de los hombres de Dios, se considera que no solamente harán labor pastoral, sino que mantendrán la moral de la tropa haciendo función psicológica en ausencias prolongadas como las que sufren. Lo que no contaban los armadores es que los curas se volvieran los primeros defensores de las duras condiciones que soportan los marineros, incidiendo en la exigencia de los contratos firmados, por ejemplo, algo que a principios de los sesenta aún no existía.

     El primer sacerdote en llegar a Terranova, en 1950, a bordo de un bacaladero es Xabier Eskibel, capellán del Apostolado del Mar de Vigo. Debido a la escasez de medios asistenciales en el puerto de Saint Pierre, utilizado por la flota española, se decide poner en marcha un Stella Maris, para su funcionamiento inicial desembarca en Terranova el capellán del puerto de Santander, Guillermo Altuna, que contará con la ayuda de la iglesia local. Estando ya en funcionamiento llega el capellán de Pasajes, Alberto Gárate, y a comienzos de los sesenta, cuando la flota española está compuesta por más de cuatro mil hombres, se hace cargo Javier Sánchez Erauskin. Harán labores de intérprete, agente y consignatario, serán los encargados del contacto y atención con el hospital local, harán de correo con la península y por supuesto serán los pastores de una iglesia con más entierros en Terranova de los deseados. 

      En éstos años, el célebre párroco de Pasajes, don Serafín Esnaola, y desde la parroquia de Trintxerpe, propondrá al Apostolado del Mar que durante las Navidades se celebre un Día del Marino. El primero se celebra en 1963, con misa al mediodía y a continuación una Asamblea donde los marineros exponían sus múltiples necesidades (Rosa García-Orellán “Hombres de Terranova”). En 1965 se consigue que el ISM establezca un centro asistencial con médico y material, evolucionando con enfermera y monitora social, que durará hasta 1998, siempre bajo los mandos principalmente de los doctores José Luis Alarcos y José Luis Moreira.

    El sucesor de Xabier Erauskin como capellán en Terranova, primero en Saint John durante los setenta y más tarde en Saint Pierre desde 1982, será el párroco Joseba Beobide, un zumaiarra nacido en 1937 que dará un gran impulso al desarrollo de la cuota asistencial a la gente del mar en Terranova. Beobide se ordena en 1962 y su primer destino será Pasajes de San Juan, puerto desde donde tomará contacto con el mar, curiosamente procede del medio rural vasco. Un año más tarde será nombrado capellán de los bacaladeros de la PYSBE, aunque su llegada a Terranova se produce a bordo de la pareja “Gure Ama”-“Antiguakoa”. 

José Pino y Joseba Beobide
      Recorre todos los estamentos en proceso de formación y conocimiento del medio, se mantendrá embarcado desde 1966 hasta 1974, aunque la denuncia y defensa de la marinería le supondrá la prohibición de embarcarse durante 1968 como represalia del sector de armadores. Beobide es un hombre de profundo sentido social y de ideología extrema, nacionalista confeso y de una pléyade de seminaristas al que acusarían de radicales en sus teorías, toda esta mezcla harán de él un hombre muy entregado para con la defensa del personal embarcado, enfrentado continuamente por la defensa de la dignidad humana de los integrantes de una flota alejada, con condiciones de trabajo infrahumana y explotada, llegará incluso a crear un panfleto editado con el nombre de “Platuxa” donde llevará al papel todas las exigencias que recoge de los marineros, sus anhelos y preocupaciones, y sobre todo sus reivindicaciones.
      
Todo el mundo le reconoce sin embargo un gran sentido del humor y una personalidad aplastante. Tuve la suerte de conocerle durante 2011, con motivo de la Asamblea del Apostolado del Mar celebrada en Viveiro, como sede de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol, la salud de un hombre que había vivido intensamente a caballo entre los fríos canadienses y su querido Cantábrico, no era ya su fuerte, me recordó al profesor Tornasol del dibujante belga Hergé, con aire de científico despistado, con el canoso pelo blanco alborotado a babor y estribor de su calvicie central, gafas grandes e inclinado de proa debido a menos años de los que de verdad aparentaba, al menos mantenía un aire socarrón que lo acercaba al estilo gallego, y una sonrisa que convertía su aspecto en bondad franca.

      Recuerdo que al llegar, le fue presentado el actual vicario, don Antonio Rodríguez Basanta, se le quedó mirando fijamente y le soltó “tiene usted cara de obispo”, de momento no acertó. Viajaba como lo hacía siempre, en una furgoneta con una bicicleta en su parte trasera. Los viejos bacaladeros cuentan que en Terranova nunca habían visto una bicicleta de carreras hasta que Joseba la introdujo en la zona como compañera inseparable. Se decía de él que era un hombre culto, hablaba varios idiomas y tocaba el piano. Su última actuación en Canadá fue servir de intérprete durante el apresamiento de la pareja coruñesa de Pesquera Correa, “Julio Molina” y “Amelia Meirama” en 1985, y a la que hubo que interceptar cerca de Azores tras una persecución de varios días, “bien hecho” diría Beobide, “no escapar sería reconocer la culpabilidad”.

      Enemigo de las autoridades canadienses y conocido de toda la región de Terranova como defensor de los españoles, ningún año dejaba de volver a su tierra “para no perder el arraigo de lo vasco”. Desde 1990 ocupa el cargo de Director Nacional del Apostolado del Mar y vive como una enorme derrota la ampliación de las doscientas millas de aguas jurisdiccionales que hace desaparecer la riqueza de una pesquería, la del bacalao, que tanto bienestar supone, sobre todo para las zonas gallegas y vascas, y que representa durante tres décadas para los pueblos del litoral cantábrico “la fiebre del oro”. 

     En el 2000 le nombran capellán del Stella Maris de Santurzi (Vizcaya), celebra sus bodas de oro sacerdotales en mayo del pasado año en un acto presidido por el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, y con la presencia del emérito, don José María Setién.

    El sábado 14 de diciembre de 2013 le será tributado el homenaje que la gente del mar le debe, y al que, organizado por la AETINAPE, se ha hecho acreedor. Es posible que le llegue demasiado tarde, Beobide se encuentra ingresado en una residencia de la Iglesia en medio del Bilbao antiguo, en pleno barrio de Begoña, fondeado a causa de una salud delicada y viendo pasar un tiempo, desarbolado de unos principios y valores por los que luchó, por la presencia de un mar sin barcos, de una profesión prácticamente perdida y de la que fue arriesgado defensor. Joseba Beobide representa el auge y la caída de una pesquería mítica, vive el desarrollismo vasco desde el otro lado de Pasajes, desde los Grandes Bancos, contribuye con su trabajo a la modernización de los estándares de vida del marino y es testigo directo de su ocaso. 

       Su vida va asociada directamente a la pesca del bacalao y su historia. Por respeto hacia un hombre que lo dio todo por los pescadores, no faltaremos …
“Cuando se habla de pesca y de barcos no hay que olvidar que el centro de todo esto es el hombre. Hay que devolver al hombre de mar su sentido de ser, su orgullo y su dignidad” J.B.

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