TESTIMONIO
Me llamo Carlos, tengo 55 años, estoy
casado y tengo una hija de 16 años. Trabajo como agente técnico comercial en el
sector de la climatización.
Desde el año 1987 soy
voluntario del Apostolado del Mar "Stella Maris", realizando dicho
voluntariado los Sábados por la mañana.
Mi labor consiste en visitar los barcos principalmente mercantes que llegan al
puerto de Barcelona y, ¿Como visito estos barcos? Pues igual como si fuera de
visita a casa de un amigo, al menos esta es la intención que llevo cada vez que
empiezo a subir por la escalerilla de acceso al barco, me digo a mi mismo,
"Carlos, vas a visitar a unos amigos".
Una vez que me encuentro abordo, lo primero que hago
es saludar con respeto y amigablemente
al marino que se encuentra de guardia diciéndole, "hola, soy Carlos del
Stella Maris, os vengo a dar nuestra
bienvenida a Barcelona, ¿qué tal ha ido el viaje?, ¿Cómo estás? ...etc. Seguidamente le
pregunto si puedo acceder al interior del barco con la finalidad de
hablar con la tripulación (oficiales, y
marinos) y hacerles una rápida exposición del motivo de mi visita a bordo.
Ya dentro del barco en lo
que se llama la sala de reunión de la tripulación (mess room) o comedor, procuro que hayan presentes el mayor número de
tripulantes posible y les digo," vengo a visitaros para invitaros a vuestra casa aquí en Barcelona que
es el centro de Stella Maris", El recibimiento el 90% de las veces es amigable y hospitalario, la
mayoría de ellos ya conocen Stella Maris por otros puertos en que al igual que nosotros han sido también,
recibidos con la misma hospitalidad, pero algunos ellos
no saben aun que es el Apostolado del
Mar y muestran gran interés en ello, les extraña muchísimo que alguien suba
abordo y les ofrezca algo sin pedir nada
a cambio. Los que nos conocen, saben que
realmente vamos a ofrecerles ayuda, consejo, hospitalidad, escucha a sus
inquietudes laborales y espirituales, saben que somos la parte de familia que
necesitan cuando están a miles de Kms. de sus hogares.
Entre ellos existe casi
siempre un buen espíritu de camaradería, especialmente se nota en aquellas
tripulaciones procedentes de países más humildes (filipinos, indonesios, ghaneses,
hindúes, senegaleses etc...) y se palpa un profundo
ambiente religioso, a pesar de ello, el sentimiento individual de soledad siempre lo notas en el marino con el que hablas, su mayor
deseo es llegar al próximo puerto para poder hablar con los familia, amigos, parientes, saber cosas de su
casa y país se pregunta "¿Cómo estará mi hijo pequeño que ayer empezó un
nuevo curso escolar?¿Y mi madre? ¿La habrán operado ya? en el último puerto que
atracamos les envié dinero, aún no se nada, ¿Habrán tenido bastante para pagar
todos los gastos de inicio de curso?,
estoy preocupado porque desde hace más de 20 días no he podido hablar con los
míos y me angustia pensar que crean que
me he olvidado de ellos.
Pues bien, cuando muchos de ellos se hacen todas estas
preguntas que son las comunes, puede que muchos de ellos hayan orado durante el
viaje para que el buen Dios les ayude,
claro está que hay de todo, pero la mayoría tienen gran inquietud espiritual. Así
que llegan a puerto, y de buenas a primera
aparece un individuo que no han visto en su vida y les muestra con una sonrisa sincera que les da la
bienvenida a Barcelona, y que verdaderamente se muestra dispuesto a ayudarles
en todo lo que necesiten y ello está al alcance del centro que les acoge naturalmente.
Muchos son los servicios que les ofrecemos, transporte a la ciudad o al Stella
Maris, tarjetas telefónicas para que puedan hablar con los suyos si no tienen
tiempo de ir a tierra, asesoramiento laboral y jurídico, atención a los casos
de marinos enfermos o algún fallecimiento durante el viaje, entretenimiento
diverso como la oferta de intercambio de libros, material audiovisual, excursiones
a la ciudad, misas abordo de los barcos o en el centro Stella Maris, servicio
de internet, etc. etc...Todo ello procurando mostrarles un espíritu cristiano
de solidaridad con ellos dándoles a entender de que somos verdaderos amigos y
hermanos; que la Iglesia
está siempre a su lado aunque estén
lejos de sus comunidades en sus respectivos países de origen, y que somos un puente de contacto entre ellos y sus
familias.
Puede que a la gente que
vivimos en tierra nos parezca todo esto de poca importancia, pero para ellos es
como el oxígeno que necesitan para poder seguir trabajando y viviendo duramente
con ánimo en el mar, sobretodo es transmitirles esperanza, darles valor a sus
respectivas personas y al importantísimo trabajo que realizan para que los que
vivimos en tierra tengamos una mejor calidad de vida. Ellos son personas, no
herramientas de trabajo, darles a entender de que no nos importa lo que crean o
sean en concreto, que lo importante es que son seres humanos y los valoramos
por lo que son.
Así que, después de muchas
visitas a los barcos y de innumerables anécdotas que no quiero detallar para no
extenderme más, lo principal que he notado en ellos es en general,
agradecimiento por visitarlos, por escucharlos, por ofrecerles desinteresadamente
nuestra ayuda, en resumen, por tratarlos
como lo que son seres humanos marineros trabajadores de la mar
Ellos ven algo diferente en nosotros, notan
que a pesar de todo no están solos, pienso que un visitador de barcos ha de ser
como un ángel, es decir, (la palabra ángel significa mensajero), un mensajero
de Dios, y nosotros hemos de procurar serlo. Cuando te esfuerzas en intentar serlo,
siempre con mucha humildad, sin imponer nada, respetando siempre a todos y
abierto a todo menos a lo que perjudica al ser humano, entonces se experimenta
una gran paz interior y una alegría dándote cuenta que tienes la suerte se
saborear el regalo que te hace Dios de ser también otro trabajad de su viña, como me dice siempre mi buen
amigo veterano también de visitas a barcos José Luís, "mira Carlos, Dios paga
siempre al contado".
Carlos Güetas Bilbeny
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