Pedro en el Paraíso
Domingo
29 de Enero de 2017
Hospedado en las siervas del Corazón de
Jesús, estaba completando una reflexión titulada “el Mar camino de la libertad”,
que había iniciado hace tiempo y archivado en el portátil que traje conmigo a Madrid. Me llama en ese
momento Miguel Angel Arias Vilar
comunicándome la noticia del
fallecimiento de Pedro Rodríguez, de
cuerpo presente en el tanatorio de Santa
Lastenia .Me conmovió la noticia pues además de la amistad que nos unía, recientemente le habíamos hecho una entrevista
en la radio a él y su esposa Julia en el
programa STELLA MARIS Sentí la
impotencia de la lejanía
Inmediatamente me puse en contacto con el P.
Francisco con el fin de que me facilitara el tfno. de Julia .En ese momento
él conducía y llegaba a los
Realejos Me dejó el tfno. de Andrés, un
trabajador del tanatorio que podía ayudarme
a contactar con Julia, la esposa de Pedro. Le pedí también el tfno de D.
Bernardo, el Obispo, pues entendía que
debería de comunicarle el hecho, tratándose de un hombre que había servido a la
iglesia durante mucho años y que fuera uno
de los cuatro que D. Felipe, el obispo anterior, había elegido para poner en
marcha el AM en la Diócesis .
Pude contactar con Julia y conocer algo de lo
que había ocurrido; todo ello en medio
del llanto contenido por parte de ambos Me refería que Pedro compartía su esperanza de
verles en el paraíso; de cómo habían celebrado la unción de enfermos, de su
paz, de su acción de gracias por la vida y la familia( era una constante en sus
manifestaciones) de los momentos
intensos vividos por la familia en su rápida partida .
Poco después, camino de la iglesia de Sta
María Magdalena (la había localizado aquella tarde en una calle próxima al
centro en el que me alojaba) para la
celebración de la eucaristía del domingo, escuché la llamada de D. Bernardo ,el
Obispo, contestando a las que le había hecho antes, sin resultado. Sin contener
la emoción le compartía el fallecimiento de Pedro, pidiendo con balbuceos su oración para el amigo. No te
emociones, me decía , tal era mi aflicción
Ya en la iglesia me acerqué al párroco
para comunicarle la muerte del voluntario del AM, compartiendo lo que Julia me había referido
sobre lo que había dicho acerca de su
partida al paraíso. Fran, el sacerdote,
como supe después que se llamaba, manifestó su admiración por una confianza semejante.
Pedro tenía la certeza del amor y la misericordia de Dios que le abrirían las
puertas del cielo, de ahí, quizá, ese estado de permanente acción de gracias .
Hablé con Fran después de la eucaristía,
abundando información sobre Pedro, y el
AM .Era la primera vez que oía hablar de ello, pero quedó la promesa de que los
navegantes estarían en adelante en su oración. Pedro ya había hecho su primera
faena .
Después de verme con Ramón, el Director nacional del AM, que había llegado de Coruña para la reunión del día siguiente, intenté, sin
éxito, conectarme a internet para comunicar a la delegación y a otros delegados
diocesanos sobre lo ocurrido a Pedro.
Me acosté. Sobre la una y cuarenta de la madrugada me desperté. Como en alguna
ocasión, aproveché para hacer un ratito de oración. A oscuras, en el silencio
de la madrugada oraba de rodillas ,sin palabras, buscando su Presencia que
la significaba con la biblia abierta
sobre la cama. Terminó el momento, la besé y la deposité así sobre la mesa de
noche .
Cuando sonó el despertador, encendí la luz
y leí lo que el Señor quiso que escuchara: Juan 20, María Magdalena testigo de
Jesús Resucitado lo que me invitaba a resonar el acontecimiento que estábamos viviendo.
Bajamos a la Capilla para la eucaristía a las 7 30 de ese día 30
de febrero. El sacerdote que presidía,
acompañado de Ramón Caaamaño iniciaba la celebración cantando “
alegre la mañana que nos habla de ti “… en nombre de Dios Padre , del Hijo y del Espíritu
salimos de la noche y estrenamos la aurora ; saludamos el gozo de la luz que
nos llega resucitada y resucitadora. Solo cantó el estribillo pero ya
conocía la estrofa que le seguía que
escuché y canté adentro No podía
elegir canto más apropiado recordando la lectura que el Señor me había ofrecido
escuchar en la madrugada y que leí, como describo al iniciar la aurora
La primera lectura del día 30 hablaba de la fe y
la resurrección relatando hechos del antiguo testamento, lo que me resultaba muy novedoso, por lo que al final de la
eucaristía me acerqué al ambón para conocer de qué lectura se trataba. Hebreos
(11,32-40) y entre sus versos recogía … “fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; hubo mujeres que recobraron resucitados a
sus maridos/ muertos.
Pero otros fueron
torturados hasta la muerte, rechazando el rescate, para obtener una resurrección mejor.
El Señor nos recordaba la resurrección insistentemente ( experiencia personal de
la manifestación de la Misericordia de
Dios ) en el acontecimiento de Pedro a quien
el Señor le aseguraba que estaría con El
en el Paraíso.
Ese mismo día
volvería a Tenerife en la noche El martes en la mañana me llamaba Juan Antonio
Rojas, Capitán en Fred Olsen para
presentarme por tfno. a una persona , marino mercante y estudiante de Trabajo
Social a quien aseguraba que el AM podía ayudarle en el proyecto que pretendía
para el final de carrera : estudiar el fenómeno
de la exclusión en el ámbito marítimo. Puesto al tfno. me confirmaba su
nombre al preguntárselo, Pedro me dice,
y yo Juan contesté, sin apenas
conocerle, y seguí
diciéndole que Juan y Pedro, fueron los
primeros, testigos de la Resurrección después de María Magdalena.. Ya te
contaré de una experiencia con otro
Pedro, marinero del Hannet, continué diciéndole.
Seguimos hablando
y conocí su proyecto. Le hice saber el enorme asombro que me
producía, al coincidir con otro, que estábamos poniendo en marcha y que le tocaba muy de cerca : la realización de las prácticas de los
Trabajadores Sociales en el ámbito marítimo, que en el criterio de la
facultad de TS tenía carácter innovador ( hacia algunos años que deseábamos
poner en marcha este proyecto).
Cuando, más
tarde, queriendo saludar a Julia, hablaba con Pedro, el hijo de Pedro compartía
lo reseñado anterior, y el subrayaba
admirado el nombre de Pedro evocando evidentemente, a su padre .
Si los muertos no
resucitan vana es nuestra fe, diría S. Pablo
y la experiencia de Pedro nos ayuda a proclamar que Cristo vive . Lo relatado nos trae a la memoria las palabras
del evangelio que nos recuerdan que al morir Jesús, mucho muertos se
aparecieron a los suyos. El texto de Hebreos 11
que hemos reseñado y la
certeza de la resurrección de los
muertos, como recitamos en el credo, nos
traía a la memoria a Jesús que le promete a Dimas "En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso" clara
alusión a la presencia resucitada de
quienes han muerto en el Señor
Juan Esteban
Aparecerán otras experiencias que iluminaran esta presencia
del Señor en la historia del fallecimiento de Pedro, que como nos refiere Jesús
en la resurrección seremos como ángeles .El detalle de su fallecimiento en domingo también nos ayuda a resonar
con fuerza la Resurrección de los muertos
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