El Samurai que siguió a
Cristo
La Conferencia de Obispos Católicos de
Japón ha presentado ante la Congregación para las Causas de los Santos en la
Santa Sede toda la información relevante sobre la vida de Takayama Ukon, un
señor feudal del siglo XVI, quien prefirió perder sus tierras y honores
antes que renunciar a su fe.
Este notable católico, Señor del castillo
Takatsuki, se convirtió en un ejemplo de fidelidad a la fe para los fieles del
Japón y, habiendo practicado la antigua disciplina del bushido ("el camino
del guerrero) antes de su conversión, fue apodado como "el samurai de
Cristo". Según la agencia Asia News, los prelados esperan poder
celebrar su llegada a los altares en 2015, cuando se cumplan 400 años de su
fallecimiento.
Takayama Ukon nació en el territorio que
hoy corresponde a Osaka en 1552, de una familia noble con el título de
"daimyo", señores feudales con derecho a constituir un ejército y
tener samurais a su servicio. Su padre abrazó la fe católica cuando Ukon
tenía doce años, así que fue bautizado con el nombre de Justo. Muchos de su
entorno se convirtieron siguiendo su ejemplo.
Cerca de final del siglo, Japón fue
dominado por Toyotomi Hideyoshi, conocido como el segundo "gran unificador"
del país, quien fue convencido de expulsar a los misioneros cristianos en 1587.
Mientras muchos señores renunciaron a la fe
por la prohibición, Justo y su padre permanecieron fieles y perdieron sus
territorios y sus honores. Durante varios años vivieron bajo la protección de
señores amigos, pero la prohibición definitiva de la fe en 1614 lo llevó al
exilio, liderando un grupo de 300 creyentes que navegaron hacia Filipinas.
En este país fue acogido por los misioneros
jesuitas, pero sólo pudo vivir su fe libremente durante 40 días, tras los
cuales murió por una enfermedad a la edad de de 63 años. A su muerte recibió
un funeral con los plenos honores militares que correspondían a su dignidad de
daimyo.
La apertura de su causa de beatificación ya
había sido solicitada por el clero de Filipinas en el siglo XVII, pero la
política de aislamiento de Japón en la época hizo imposible obtener la
documentación necesaria sobre su vida.
Una segunda petición de apertura fracasó
por motivos formales en la presentación de la misma en 1965. "La
aplicación no fue aceptada porque nadie sabía cómo reunirla ni cómo era la
mejor forma de promover su caso", explicó el padre Hiroaki Kawamura, quien
dirige la Comisión diocesana que envió la documentación a Roma. Según el sacerdote,
esta tercera presentación fue mucho mejor preparada y se tiene mayor
confianza sobre su éxito.
Como parte de los preparativos de la
solicitud, el arzobispo de Osaka y presidente de la Conferencia de Obispos de
Japón, monseñor Leo Jun Ikenaga, escribió una carta en octubre de 2012 a
Benedicto XVI, quien afirmó en ese momento que tendría una "especial
consideración" sobre esta solicitud.
Takayama Ukon sería el primer japonés en
ser llevado a los altares de manera individual, ya que tanto los 42 santos
como los 393 beatos relacionados al país fueron mártires que dieron su vida en
el período Edo (1603 a 1867) y sus memorias se celebran de forma grupal.
El "samurai de Cristo", en cambio
podría destacarse individualmente como un ejemplo de vida japonés completamente
configurado a los valores del Evangelio.
"Takayama nunca fue desorientado por
quienes lo rodearon. De manera persistente vivió una vida en la que siguió
su consciencia", aseguró el padre Kawamura. "Condujo su vida de forma
apropiada para un santo y continúa inspirando valor a muchas personas aún
hoy", concluyó.
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