María
, madre de mi Señor
María,
nacida de la mirada de Dios
Primero es Dios, que fijó sus
ojos en María. La mirada es creadora y misericordiosa. Existimos porque Dios nos
ha mirado. María fue porque Dios la miró; fue inmaculada, porque Dios
la miró con misericordia infinita, y fiel, enamorada, no conoció otra mirada; fue llena de
gracia porque Dios la miró con amor
desbordante; fue su madre porque Dios
la miró con amor apasionado. María
tenía bien entrañada esta mirada divina. Vivía a la luz de esta mirada.
Se sentía traspasada por ella . Esta mirada
la llenaba de verdad y de amor. En ella se veía a si misma , tan pequeña
y tan vacía. Se veía nada. No sucumbía
ante su propia realidad (razón, sentimientos, sentidos) porque a la vez se sentía infinitamente amada Era una
nada a la que Dios miraba y sonreía. Era una nada amada. Era una criatura /
corazón enteramente abierta y confiada.
C. Caritas 2001
Las grandes cosas ( Magnifica! ) no son
otra cosa que haber llegado a ser madre de Dios. En ello, ha recibido bienes
tan numerosos y grandes que ninguno puede comprenderlos hasta el fondo. Esa es
en efecto la fuente de todo honor y felicidad, y por tal motivo (María)es una
persona única dentro del género humano, elevada sobre todos y sin igual entre
los seres humanos , teniendo en común con el Padre celestial un hijo,¡y qué
hijo! Ella misma no puede darle nombre,! tan grande y sobreabundante es el
don!, sino que ha de contentarse con desbordar de amor y fervor. Estas "grandes
cosas" no se pueden expresar ni medir. Por tal motivo todo su honor se
resume en una sola expresión: madre de Dios.
Hablando de ella, dirigiéndose a ella,
ninguno puede decir nada más grande, ni siquiera si supiese tantas lenguas
cuántas son las hojas y los hilos de hierba, o si poseyera las estrellas del
cielo o la arena del mar. Debemos reflexionar, pues, con recogimiento sobre que
significa ser madre de Dios.
Maía atribuye espontáneamente esta
realidad a la gracia divina y no a su propio mérito, porque se trata de una
gracia tan excelsa que ella no podía absolutamente ser digna de ella (R
Laurentin, pg 171)
MARTÍN LUTERO (1483-1556)
(alabanza para una nueva letanía)
Parábola del lápiz
Hay una serie de cosas que hay que
recordar acerca del lápiz.
— En primer lugar, todo lo que es bueno
o verdadero yace dentro de él. Todas las cosas están dentro de María: el poder
del Espíritu, la presencia de la
Palabra escuchada y absorbida, e incluso su hijo que va a
nacer, el largamente añorado por la esperanza, formado de su misma carne y
huesos.
— En segundo lugar, un lápiz necesita
ser afilado cuando se usa. Cuando pasamos a través de la vida, nos
«consumimos».
— En tercer lugar, toda la razón de la
existencia de un lápiz es dejar una marca. María dice con su presencia y su ser
esa X que marca el lugar donde podemos encontrar a su hijo. Donde ella está,
está el lugar privilegiado, la morada de Dios en el mundo.
— Y cuarto, un lápiz está siempre en
mano de alguien. María y todos nosotroS escribimos icartas de amor al mundo de
parte de Dios.
(M. Mckenna, María, sombra de gracia)
C
CARITAS 2001
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