“Carta
abierta al mundo musulmán”
29 de septiembre del 2014
Abdennour
Bidar es profesor, filosofo y musulmán. Produjo y presentó, a lo largo del
verano, en “France Inter”, una emisión titulada «Francia-Islam cuestionamiento
mutuo” Es autor de cinco libros de filosofía de la religión y de numerosos
artículos.
Esta
carta abierta al mundo musulmán viene después de los acontecimientos de los
días pasados, particularmente el asesinato de Hervé Gourdel. Numerosos
musulmanes han manifestado su indignación necesaria y saludable (en Francia y
en el mundo, con el movimiento (Notín My Name – “no en mi nombre”) Más allá de
esta denuncia indispensable, Abdennour Bidar piensa que hay que ir más en
profundidad y entrar en una autocrítica del Islam como religión y civilización
en este momento de transición crucial de su larga historia para lo mejor del
Islam.
En
espíritu de fraternidad entre creyentes de buena voluntad, nos alegramos de
poder leer este texto, descubrir otro rostro del Islam y tal vez aprender algo
de esta sabiduría que consiste en querer reformarse para ser más fiel.
Pasteur Marc Pernot. 3 de octubre de 2014
Querido mundo musulmán, yo soy uno de tus hijos alejados que te miran desde afuera y desde
lejos- en este país , Francia, en donde tantos de tus hijos viven hoy. Yo te
miro con mis ojos severos de filósofo, alimentado desde mi infancia con el
taçawwuf (sofismo) y el pensamiento occidental. Yo te veo desde mi posición de
barzakh, istmo entre los dos mares Oriente y Occidente ¿Y qué es lo que veo?
¿Qué es lo que veo mejor que otros, precisamente porque te veo desde lejos, con
suficiente distancia? Te veo a ti en un estado de miseria y de sufrimiento que
me produce una infinita tristeza y hace que mi juicio filosófico sea más
severo. Te veo dando a luz un monstruo que pretende llamarse Estado Islámico y
que algunos prefieren llamar demonio:
DAESH. Pero lo peor es que te veo perderte -perder tu tiempo y tu honor- sin
aceptar que este monstruo ha nacido de ti, de tus caminos erráticos, de tus
contradicciones, de la distancia existente entre tu pasado y tu presente, de tu
demasiado prolongada incapacidad para encontrar tu sitio en la civilización
humana.
Ante este
monstruo, pues, tú, ¿qué dices? Gritas: «¡No soy yo!», «¡No es el Islam!» No
aceptas que los crímenes de este monstruo sean cometidos en tu nombre
(hasht·#NotinMyName) Te opones a que el monstruo usurpe tu identidad y, claro que tienes razón en oponerte. Es
indispensable que proclames, ante la faz del mundo, alto y fuerte, que el Islam
denuncia la barbarie. ¡Pero esto no basta en absoluto! Porque tú te refugias en
un reflejo de autodefensa sin asumir al mismo tiempo y sobre todo la
responsabilidad de la autocrítica. ¡Te contentas con indignarte cuando este
momento hubiera sido una ocasión histórica para cuestionarte! Tú acusas en vez
de aceptar tu responsabilidad. “Vosotros los occidentales y todos los enemigos
del Islam, dejad de asociarnos a este monstruo! ¡El terrorismo no es el Islam,
el verdadero Islam, el Islam bueno que no quiere la guerra sino la Paz!”
Escucho
este grito de rebeldía que nace de ti, mi querido mundo musulmán y lo entiendo.
Sí, tienes razón, al igual que cada una de las grandes inspiraciones sagradas
del mundo, el Islam ha creado a lo largo de la historia, la belleza, la
justicia, el sentido, el bien, y ha iluminado al ser humano en la búsqueda del
misterio de la existencia… Yo he luchado aquí en Occidente, en cada uno de mis
libros porque esta sabiduría del Islam y de todas las religiones no sea
olvidada ni despreciada¡ Pero a distancia, veo otra cosa que tu no puedes ver…y
esto me inspira una pregunta- Una gran
pregunta: ¿Por què este monstruo te ha robado tu rostro? ¿Por què este monstruo
innoble ha escogido tu rostro y no otro? Es que en realidad detrás de este
monstruo se esconde un gran problema, para el que tu no estás preparado a hacer
frente. Sin embargo tendrás que terminar por hacerlo.
Este
problema es el de las raíces del mal. De donde vienen los crímenes del llamado
“Estado islámico”? Te lo voy a decir, amigo mío. Esto no te va a gustar, pero
es mi deber de filósofo decírtelo. ¡Las raíces de este mal que te roba hoy el
rostro están en ti mismo, el monstruo salió de tu propio vientre- y surgirán
muchos otros peores todavía mientras sigas tardando en admitir tu enfermedad y
ataques por fin la raíz del mal!
Hasta los
intelectuales occidentales tienen dificultad en verlo. La mayoría han olvidado
de tal manera la fuerza de la religión- en el bien y en el mal, en la vida y en
la muerte-que me dicen: “No, el problema del mundo musulmán no es el Islam, ni
la religión, sino la política, la historia, la economía, etc.” Ellos no se
acuerdan en absoluto de que la religión puede ser el corazón del reactor de una
civilización humana… Y que el futuro de la humanidad no pasará únicamente
mediante la resolución de la crisis financiera, sino, y de una manera más
esencial, mediante la resolución de la crisis espiritual que atraviesa nuestra
humanidad toda entera.
¿Seremos
capaces de unirnos todos a escala planetaria para afrontar este desafío tan
fundamental? La naturaleza espiritual del hombre tiene horror al vacío y, si no
encuentra hoy nada para llenarlo, lo hará mañana con religiones cada vez menos
adaptadas al presente y que, como actualmente el Islam, se dedicarán a producir
monstruos.
Yo veo en
ti, oh mundo musulmán, inmensas fuerzas dispuestas a levantarse para contribuir
a este esfuerzo mundial de encontrar una vida espiritual para el siglo XXI. A
pesar de la gravedad de la enfermedad, hay en ti una extraordinaria multitud de
hombres y mujeres preparados para reformar el Islam, para reinventar su genio más
allá de sus formas históricas y para participar de esta manera en la total
renovación de la relación que la humanidad ha mantenido hasta ahora con sus
dioses. A todos, musulmanes y no musulmanes que sueñan juntos con una
revolución espiritual, es a quienes me dirijo en mis escritos para darles, con
mis palabras de filósofo, confianza en lo que sueña su esperanza. Pero son
pocos todavía estos musulmanes y estas musulmanas que miran hacia el futuro, y
su palabra no es suficientemente poderosa. Todos ellos, a quienes felicito por
su lucidez y su coraje, han visto perfectamente que el estado general de
enfermedad aguda del mundo musulmán es lo que explica el nacimiento de
monstruos terroristas llamados Al Qaida, Al Nostra, AQMI o “Estado Islámico”.
Ellos han comprendido que éstos no son más que los síntomas más visibles de un
inmenso cuerpo enfermo, cuyas enfermedades
crónicas son las siguientes: impotencia para construir democracias estables en
las que la libertad de conciencia frente a los dogmas de la religión sea
reconocido como un derecho moral y político; dificultades crónicas para mejorar
la condición de las mujeres en lo referente a la igualdad, la responsabilidad y
la libertad; impotencia para separar suficientemente el poder político del
control de la autoridad religiosa; impotencia para instaurar un respeto, una tolerancia y un verdadero reconocimiento
del pluralismo religioso y de las
minorías religiosas.
¿Será todo
esto culpa del Occidente? ¿Cuánto tiempo precioso vas a seguir perdiendo, mi
querido mundo musulmán, con esta acusación estúpida que tú mismo no crees y
detrás de la que te escondes para continuar mintiéndote a ti mismo?
Ya es hora
de que reconozcas que, especialmente desde el siglo XVIII, has sido incapaz de
responder al desafío del Occidente, sea porque te has refugiado de una manera
infantil y mortífera en el pasado con una regresión obscurantista del wahhbisme
que continúa haciendo estragos por todas partes dentro de tus fronteras -un
wahhbisme que tú propagas desde los lugares santos de Arabia Saudita como un
cáncer que saldría de tu mismo corazón-, sea porque has seguido lo peor del
Occidente, produciendo nacionalismos o produciendo un modernismo que es una
caricatura de la modernidad.
Quiero hablarte sobre todo de ese desarrollo
tecnológico sin coherencia con el arcaísmo religioso que convierte a tus
riquísimas “élites” del Golfo en victimas complacientes con la enfermedad
mundial que es el culto al dios dinero.
¿Qué tienes
hoy de admirable, amigo mío? ¿Qué te queda que sea digno de suscitar el respeto
de otros pueblos y civilizaciones de la tierra? ¿En dónde están tus sabios?
¿Tienes todavía una sabiduría que proponer al mundo? ¿En dónde están los
grandes hombres? ¿Quiénes son los Mandela, quiénes son los Gandhi, quiénes son
tus Aung San Suu Kyi? ¿En dónde están los grandes pensadores cuyos libros
deberían ser leídos en el mundo entero como en los tiempos en los que los
matemáticos y los filósofos árabes eran referentes desde la India hasta España?
En realidad
te has vuelto tan débil, escondido tras la seguridad que permanentemente
manifiestas sobre ti mismo….. Tú ya no sabes quién eres ni adónde quieres ir, y
esto te ha vuelto tan desgraciado como agresivo… Te obstinas en no escuchar a
quienes te invitan a cambiar, liberándote al fin de la dominación de la
religión que has establecido sobre la vida entera.
Has optado
por considerar a Mohammed profeta y rey. Has optado por definir el Islam como
una religión política, social, moral, que debe reinar tiránicamente sobre el
estado, la vida civil, la calle, el interior de cada casa y cada conciencia.
Has optado por creer y por imponer que el Islam exige sumisión, cuando el Corán
proclama que “la religión no constriñe a nadie” (la ikraha fi Dîn). ¡Has
convertido tu llamada a la libertad en el imperio del miedo! ¿Cómo puede una
civilización traicionar hasta tal punto su propio texto sagrado?
Numerosas voces, que tú no quieres escuchar, se levantan hoy de la Oumma
para denunciar este tabú de una religión autoritaria e indiscutible… A tal
punto que demasiados creyentes han interiorizado una cultura de la sumisión a
la tradición y a los “maestros de la religión” (mans, muftis, shouyoukhs,etc)
que ni siquiera entienden cuando se les habla de libertad espiritual ni de
elección personal acerca de los “pilares” del Islam. Todo esto constituye para
ellos una “línea roja” tan sagrada que no se atreven a darle a su propia
conciencia el derecho de ponerla en cuestión. ¡Hay tantas familias en donde
esta confusión entre espiritualidad y servidumbre está incrustada en sus
espíritus, desde su más tierna edad y en donde la educación espiritual es de
una pobreza tal que todo lo relativo a la religión es algo indiscutible…!
Evidentemente
todo esto no es algo impuesto por el terrorismo de algunos grupos de militares
locos y fanáticos comandados por el Estado Islámico. No, ¡este problema es
mucho más profundo! ¿Pero quién quiere escucharlo? Hay un silencio total sobre
ello en el mundo musulmán, y en los medios occidentales no se escucha más que a
los expertos en terrorismo que agravan día a día la miopía general. No te hagas
ilusiones, amigo mío, creyendo que cuando haya terminado el terrorismo islámico
el Islam habrá resuelto sus problemas… Porque lo que acabo de decir -una
religión tiránica, dogmática, literalista, formalista, machista, conservadora,
regresiva- es frecuentemente el Islam ordinario, el Islam cotidiano que sufre y
hace sufrir a demasiadas conciencias, el Islam del pasado ya
superado, el Islam deformado por todos los que lo instrumentalizan
políticamente, el Islam que acaba por seguir ahogando las Primaveras árabes y la
voz de toda la juventud, que está pidiendo otra cosa.
¿Cuándo vas
a hacer por fin esta revolución que logre hacer que espiritualidad y libertad
rimen definitivamente, en la sociedad y en las conciencias?
Seguramente
que en tu inmenso territorio hay pequeñas islas de libertad espiritual:
familias que transmiten un Islam de tolerancia, de libre elección, de
profundización espiritual; lugares en donde el Islam da lo mejor de sí mismo,
la cultura del compartir, del honor, de la búsqueda del saber, y una espiritualidad
en busca de lo sagrado, donde el ser humano y la realidad última, llamada Allâh
se encuentran. Hay en la tierra del Islam y en todas las comunidades musulmanas
del mundo conciencias fuertes y libres. Pero están condenadas a vivir su
libertad sin que se les reconozca un verdadero derecho, corriendo riegos y
peligros frente al control comunitario e incluso algunas veces frente a la
policía religiosa. Hasta el momento nunca ha existido el derecho a decir “Yo
elijo mi Islam”, “Tengo mi propia relación con el Islam” Nada de esto es
reconocido por el “Islam oficial” de los dignatarios. Éstos, por el contrario,
se aferran a la imposición de que “la doctrina del Islam es única” y que “la
obediencia a los pilares del Islam es la única vía verdadera” (sirâtou-moustaqîm).
Este
rechazo al derecho a la libertad con respecto a la religión es una de las
raíces del mal que sufres, querido mundo musulmán; es uno de esos vientres
oscuros donde se gestan los monstruos que tú haces saltar desde hace algunos
años ante el rostro aterrorizado del mundo entero. Porque esta religión de
hierro impone a toda tu sociedad una violencia insostenible. Ella sigue
encerrando a demasiados de tus hijos y tus hijas en la jaula de un Bien y de un
Mal, de lo lícito (halâl) y lo ilícito (harâm) que nadie ha elegido y que todo
el mundo soporta. Ella encarcela las voluntades, condiciona los espíritus,
impide u obstaculiza la elección de una vida personal. En muchos países,
asocias todavía religión y violencia -contra las mujeres, contra los ““malos creyentes”, contra las minorías cristianas u
otras, contra los pensadores y los espíritus
libres, los rebeldes- de manera que esta religión y esta violencia
terminan convirtiéndose, para los más desequilibrados y más débiles, en la
monstruosidad del jihad…
No finjas,
entonces, sorprenderte, te lo suplico, de que los demonios, tales como el
llamado Estado Islámico, se hayan apoderado de tu rostro. Los monstruos y los
demonios no se roban los rostros que ya están desfigurados con demasiadas
muecas. Si quieres saber cómo dejar de dar a luz tales monstruos, te lo voy a
decir. Es simple y difícil a la vez: tienes que reformar toda la educación que
das a tus hijos en cada una de las escuelas y en cada uno de los lugares del
saber y del poder. Reformarlos para dirigirlos según los principios universales
(incluso aunque no seas tú el único que los transgreda o que persistas en
ignorarlos): la libertad de conciencia, la democracia, la tolerancia y el
derecho ciudadano a toda la amplia diversidad de visiones del mundo y de
creencias, la igualdad de los sexos y la emancipación de las mujeres de toda
tutela masculina, la reflexión y la cultura crítica de la religión en las
universidades, la literatura, los medios de comunicación. Ya no puedes
retroceder, no puedes hacer otra cosa. Es el único medio para dejar de dar a
luz tales monstruos. Si tú no lo haces, dentro de poco serás desvastada por su
propio poder de destrucción.
Querido
mundo musulmán… yo no soy más que un filósofo y, como siempre, algunos dirán
que un filósofo es un hereje. Yo lo único que busco es hacer brillar de nuevo
tu luz –el nombre que me diste es el que me lo ordena, Abdennour, “Servidor de
la luz”. Yo no hubiera sido tan severo en esta carta si no creyera en ti. Como
suele decirse, “Quien bien te quiere, te hará llorar”… Por el contrario, todos
los que hoy no son suficientemente severos contigo –que quieren hacer de ti una
victima-, todos ésos, en realidad, no te hacen ningún servicio. Yo creo en ti,
yo creo en tu contribución para hacer de nuestro planeta un universo a la vez
más humano y más espiritual.
Salâm, que la paz esté contigo.
Abdennour
Bidar
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