LOS PESCADORES DE ALTURA SUFREN
DURÍSIMAS CONDICIONES DE VIDA Y TRABAJO A BORDO
Singapur tiene uno de los aeropuertos más transitados del
mundo, al que llegan y del que salen miles de marinos cada día. Muchos de ellos
son jóvenes indonesios que se ganan la vida en el mar, algunos con títulos y
certificados en el bolsillo; otros, la mayoría, sin documento alguno que puedan
exhibir para probar su profesionalidad.
“Con frecuencia encontramos a bordo de los barcos de
pesca condiciones de vida y trabajo verdaderamente espeluznantes”, afirmó
el reverendo Schmidt al “The Jakarta Post”, en una entrevista sostenida en la
iglesia luterana de Bedok. “Los pescadores son los más desafortunados de los
trabajadores del mar, mucho más que los tripulantes de buques mercantes”,
añadió mientras exhibía el reglamento interno de una compañía pesquera de
Taiwan que establecía diversas multas a pagar por los tripulantes, multas que
superaban en muchos casos el salario mensual estipulado para un marinero. Por
ejemplo, el tripulante que se durmiera estando de guardia tendría que pagar a
la empresa una multa de 100 dólares USA. “Es la moderna esclavitud, algo
ignominioso”, concluye el reverendo Schmidt.
La ILSM, con el reverendo Schmidt y sus colaboradores al
frente, ofrece comida y asistencia sanitaria gratuita a los marinos abandonados
en puerto. En estos días se ocupan de la tripulación de un barco pesquero,
vendido por su armador mientras el capitán volaba fuera de Singapur,
abandonados sin dinero, con salarios pendientes de cobrar de muchos meses y sin
documentación.
Un
documento oficial publicado por la ILSM afirma que los pescadores pasan con
frecuencia muchos meses en la mar, incluso años. “Sucede con frecuencia que el
pesquero permanece en la mar durante dos años. El combustible, pertrechos y
provisiones le son suministrados por otros barcos. El pesquero no necesita ir a
puerto para vender sus capturas, pues los compradores van a recogerlas donde el
barco se encuentre faenando”. NAUCHERglobal.
Félix Martín de Loeches 03/05/2014
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